️ Comer por necesidad o por deseo: lo que el ayuno nos enseña sobre el sabor real de la comida
¿Alguna vez te pasó que después de muchas horas sin comer, algo tan simple como un huevo duro o una ensalada te pareció delicioso?
No es magia. Tampoco es que te volviste más "fit" de un día para el otro. Es simplemente que el cuerpo cambia la forma en la que percibe el sabor cuando lo que está guiando la elección no es el deseo emocional, sino la necesidad real de nutrientes.
Vivimos en una época en la que confundimos hambre con ganas de comer. Todo está al alcance de la mano.Y la mayoría de las veces, lo que elegimos comer —sobre todo si estamos estresados, ansiosos o aburridos— no tiene nada que ver con lo que el cuerpo necesita…sino con lo que la cabeza pide para sentirse mejor por un rato.
Carbohidratos rápidos: la trampa del placer inmediato
Las comidas más tentadoras, las que más nos seducen en esos momentos, suelen ser ricas en carbohidratos simples: pan, galletitas, facturas, harinas, snacks, cosas dulces.
¿Por qué?
Porque activan rápido el sistema de recompensa del cerebro.En segundos, sube la dopamina, sentimos alivio, energía, satisfacción.Pero ese efecto es tan rápido como corto.Y al rato, queremos más.
Este ciclo de recompensa–bajada–antojo es tan potente que ni siquiera comemos por hambre.Comemos por costumbre o para taparnos emociones.
El ayuno intermitente como reeducación del paladar
Cuando hacemos ayuno —no como castigo, sino como herramienta consciente— algo muy poderoso empieza a pasar:el paladar se resetea.
Después de varias horas sin comer, los sabores se vuelven más intensos. Cosas que antes necesitábamos condimentar, ahora nos parecen riquísimas tal cual son. Los sentidos se afinan, la percepción cambia… y eso tiene base científica.
Según el Dr. Andrew Huberman, neurocientífico de Stanford, cuando estamos en un estado de privación voluntaria como el ayuno, la dopamina aumenta con más fuerza ante estímulos simples, porque venimos de un estado de “calma” dopaminérgica. Es decir, la comida real empieza a sentirse más gratificante.Y no hace falta que esté hiperprocesada ni cargada de azúcar o sal.
El cuerpo deja de pedir sabor y empieza a pedir nutrientes
Durante el ayuno, el cuerpo no quiere solo comer algo rico. Empieza a buscar lo que realmente necesita: proteínas, minerales, grasas buenas, agua.Y cuando le das eso, lo reconoce, lo agradece, y lo disfrutás.
¿Te diste cuenta cómo después de un ayuno podés disfrutar una palta, un caldo, un plato simple como si fuera un manjar?
Esto también lo vimos en historias de supervivencia: personas que, en situaciones extremas, comen y toman cosas que en su vida diaria jamás tolerarían.Porque el cuerpo reconoce lo esencial cuando hay escasez.
Volver a lo básico para salir del ciclo del antojo
El problema no es el pan, ni la factura, ni la pasta.El problema es cuándo las comemos, por qué, y con qué frecuencia.
El ayuno ayuda a volver a un estado donde las decisiones se toman con más claridad. Donde no estamos reaccionando a cada impulso.Donde podemos elegir alimentos reales, nutritivos, simples… y encima disfrutarlos más.
Reflexión final
No hay comidas ricas o feas.Hay momentos, contextos y estados del cuerpo.
Cuanto más te alejás de los estímulos inmediatos, más fácil se hace elegir desde el bienestar a largo plazo.Y más placentero se vuelve lo simple.
En FX12 no ayunamos para sufrir. Ayunamos para volver a escuchar al cuerpo. Para que la próxima vez que tengas hambre, no corras a buscar dopamina rápida… sino algo que te nutra de verdad.