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La paradoja del ejercicio - Chris Wharton

La paradoja del ejercicio - Chris Wharton

No necesitas estar bien para empezar, solo empezar para estar bien

El verdadero secreto para ser más feliz (y no es lo que pensás)

Quiero que imagines esto:
Una medicina revolucionaria.
Una píldora mágica que, con solo tomarla una vez al día, te haría vivir más tiempo, con más energía, mejor humor y una mente más clara.
Una pastilla que, además de hacerte más fuerte, superaría a cualquier tratamiento médico en la historia por su capacidad para mejorar tu salud integral.

Parece increíble, ¿no?

Bueno… esa medicina existe. Se llama ejercicio.
Y si viniera en forma de pastilla, sería la más recetada y valiosa del mundo.

Pero tiene un “detalle”:
Para que funcione, hay que tomarla todos los días.
Y no viene en frasco. Viene en forma de acción.

El lado oscuro del ejercicio: cuando buscar salud nos hace infelices

Llevo años acompañando personas en sus procesos de cambio.
Y aunque el ejercicio tiene el poder de transformar nuestras vidas, también he visto cómo puede hacernos daño.
¿Cómo es posible?

Lo llamo la paradoja del ejercicio y la felicidad.

Porque en teoría, el ejercicio libera endorfinas, serotonina, dopamina… es decir, los químicos del placer, la motivación y el bienestar. Nos hace sentir bien. Punto.
Pero en la práctica, la mayoría no empieza a moverse porque quiere sentirse mejor.

Empieza porque quiere verse diferente.

"¿Cómo bajo de peso?"
"¿Cómo marco los abdominales?"
"¿Cómo elimino esta grasa de acá?"

Nada de eso tiene que ver con cómo te sentís. Todo tiene que ver con cómo te ves.
Y ahí comienza el problema.

La trampa de la comparación

Vivimos en un mundo saturado de cuerpos “perfectos”, influencers que nunca envejecen y programas milagrosos que prometen el cambio en 4 semanas.
Entonces, sin darnos cuenta, empezamos a compararnos.
La psicología lo llama comparación social ascendente: mirar lo mejor de los demás y medirnos con lo peor de nosotros.

"Quisiera tener sus brazos"
"Quisiera animarme a usar esos pantalones"
"Quisiera verme así"

¿Y sabés qué?


Eso que ves ni siquiera es real.


Son fotos preparadas, cuerpos deshidratados para una sesión, luces perfectas, filtros, Photoshop. Incluso yo, que trabajo en un gimnasio, he hecho sesiones así. No me veía así antes ni después.

Mientras más nos comparamos, más nos alejamos de lo que de verdad importa: estar sanos, fuertes, felices y presentes.

¿Qué es lo que realmente queremos?

Decimos que queremos adelgazar. Pero lo que en realidad queremos es la felicidad que creemos que vendrá con eso.
El problema es que si condicionamos nuestra felicidad a un número en la balanza o una foto en el espejo… nunca va a alcanzar. Nunca va a ser suficiente.

Entonces, ¿cómo hacemos para salir de esa trampa?

Te propongo 4 claves para volver a conectar con lo que de verdad importa:


1. Dejá de hablarte mal

¿Alguna vez dijiste cosas como “odio mis brazos”, “estoy hecho un desastre”, “nunca voy a lograrlo”?


Pará un segundo.


¿Le hablarías así a alguien que querés?

Empezá a practicar gratitud. Escribí 2 o 3 cosas por día que valorás de tu cuerpo: “Gracias piernas por llevarme”, “Gracias brazos por abrazar a mi hijo”.


Cuando entrenás el músculo de la gratitud, es muy difícil sentir culpa o vergüenza al mismo tiempo.


2. Elegí algo que disfrutes

Las personas que disfrutan del ejercicio… ¡lo sostienen!
Y las que lo sostienen… son las que logran resultados.

¿Te gusta bailar? Bailá.


¿Preferís caminar? Caminá.


¿Te aburrís fácil? Probá cosas nuevas. No hay una sola forma de moverse. Lo importante es que te guste. Porque si te gusta, lo vas a repetir. Y ahí está el secreto.


3. Medí tu progreso con acciones, no con kilos

Las balanzas pueden arruinarte el día con solo un número.
Medir tu valor por el peso es como evaluar un libro por la cantidad de páginas.

En cambio, medí progreso real:

  • ¿Cuántas flexiones más podés hacer?

  • ¿Caminás más pasos que la semana pasada?

  • ¿Subiste las escaleras sin agitarte?

Las pequeñas victorias cotidianas construyen confianza.
Y cuando ganás seguido, seguís avanzando.


4. Agendá tu bienestar como si fuera una reunión con alguien importante (porque lo es)

20 a 30 minutos por día. No para tu jefe, tu pareja, tus hijos ni tu celular.
Para vos.
Y no con la intención de bajar de peso, sino de estar bien.

¿Una caminata en silencio? ¿Estiramientos en casa? ¿Tu cápsula de movimiento?
Lo que sea que te recargue, ponelo en agenda. Hacelo innegociable. Porque si no es ahora… ¿cuándo?


El ejercicio no es un castigo. Es un regalo.

Tenemos que dejar de ver el movimiento como un sacrificio para cambiar cómo nos vemos, y empezar a vivirlo como una herramienta para sentirnos mejor.


Porque la felicidad no llega después de tener abdominales.
Llega cuando empezás a respetarte. A cuidarte. A disfrutar de tu cuerpo, hoy, no después.

Así que tirá la balanza, ponete los shorts, y salí a moverte.
No porque “hay que hacerlo”.
Sino porque merecés sentirte bien.

Y porque la gente que te quiere de verdad, no quiere una versión más flaca de vos.
Te quiere fuerte, presente, y feliz.


️ Por Chris Wharton
Mirá la charla completa en TEDx:


No necesitas estar bien para empezar, solo empezar para estar bien

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